viernes, 18 de marzo de 2011



Casa Solla
 Recetas 


Carretera Pontevedra - O Grove, km. 2 - Poio
Teléfono: 986 87 28 84 - Fax: 986 87 31 29
Emplazado en un antiguo pazo en los aledaños de Pontevedra, "Casa Solla" está considerado por la crítica como uno de los grandes restaurantes españoles (incluido por "Club de Gourmets" entre los 100 mejores).


Su patrón, el patriarca José González Solla, Pepe Solla, regenta el establecimiento desde el mismo día de su fundación, el 16 de noviembre de 1961, y ha logrado situarlo en esa posición privilegiada gracias al cuidado exquisito en los productos, en el servicio y en el trato a los clientes, labor que se reservaba él personalmente hasta la fecha, siempre ayudado por un grupo de distinguidas y eficientes camareras que bien puede recordar (por su indumentaria sobria y elegante) el estilo de los grandes restaurantes franceses y del País Vasco.


La tradición familiar llevó a Pepe Solla a dedicarse al negocio gastronómico. Qué pontevedrés no habrá pasado alguna vez por la vieja "Casa Solla" (ubicada justo enfrente de la actual) para tomar las buenas tortillas que su madre preparaba, el delicioso pan de "molete" y el vino paisano…


Aunque sigue manteniendo ese ambiente señorial de su anterior destino, "Casa Solla" ha acertado plenamente en la restauración de sus tres comedores, en los que se puede apreciar la delicada combinación de piedra noble en los muros, la madera en la relajante chimenea y los detalles de Sargadelos como ornamento.


Las maravillosas panorámicas a la ría pontevedresa desde su terraza también contribuyen a esa sensación de placidez y familiaridad que se tiene cuando te dispones a degustar los alimentos que te ofrecen en alguna de las mesas del restaurante.


Pero desde el año 89 hasta el día de hoy, "Casa Solla" no se ha conformado con esos fundamentales cambios, sino que el restaurante ha variado - siempre bajo la buena supervisión del "patriarca" - sustancialmente sus parámetros. En 1991 se produjo un nuevo cambio importante en el local, siempre al día para la mejor estancia de sus selectos comensales. Pepe Solla construyó un nuevo aparcamiento con zona ajardinada, acondicionó a la perfección esa maravillosa terraza antes mencionada e instaló aire acondicionado en todo el establecimiento. Sin embargo, eso no es lo más importante. Lo realmente digno de mención es que el "patriarca" Solla cedió las riendas del negocio a su hijo mayor, José González Solla y González (también Pepe Solla), que regenta la veterana Casa desde finales del 92.


No hay ningún problema porque el mayor del clan Solla sabe llevar a la perfección el nombre de su establecimiento, algo que le ha sabido inculcar desde siempre su padre, que ahora se debe dedicar más a la tarea que le han encomendado los "Amigos da Cociña Galega", llevando la presidencia de dicha Asociación gastronómica.


Pues bien, como antaño lo hacía Pepe Solla "padre", ahora José Solla renueva la carta en cada estación del año, incorporando los productos que la amplia despensa galaica le brinda "en las puertas de su casa". Y esto tiene su explicación, ya que, por su situación geográfica privilegiada, "Casa Solla" tiene a "pie de obra" los mejores suministros de mariscos, pescados, carnes y vinos: los mariscos y pescados del pueblo que se divisa enfrente de la Ría; la rica carne de los terneros que pastan en los alrededores de la Casa; los vinos de las vides que crecen al lado del restaurante... Todo un sueño para cualquier cocinero y restaurador.


Un repaso de la carta de "Casa Solla" nos permite establecer dos tendencias claramente diferenciadas de un restaurante que quiere estar al día y seguir los cánones. Por un lado la culinaria más tradicional muy bien inculcada por el "patriarca" de la Casa y, por otro, las nuevas tendencias gastronómicas que Pepe Solla incorpora con acierto e inteligencia en cada estación del año. Las dos alternativas enriquecen la carta y obligan a una atención permanente no sólo a lo clásico y, digamos, lo "moderno", sino a esa dedicación tan constante que tienen por las recetas de temporada.


Un capítulo de mariscos abre la carta cotidiana, con la presencia de ostras, camarones, cigalas, nécoras, langostas, lubrigantes, centollas y circunstancialmente percebes, almejas y, cómo no, las vieiras. Caldo gallego y una buena sopa de pescado y marisco siguen en la oferta, para dar paso a los platos de huevos, entre los que hay que destacar la ya tradicional tortilla de mariscos.


Merluza, rodaballo, mero y lenguado en varias presentaciones los hay siempre, al igual que buenas carnes de ternera en platos diversos. Quesos y frutas del país en su tiempo; tartas y el rico "soufflé" Solla animan los postres.


Como decíamos, hay un capítulo para los platos de temporada, como son la menestra, el potaje de vigilia, la lamprea, el salmón, las angulas, las "xoubas", el lacón, la perdiz o el conejo. Y unas apetitosas sugerencias a base de pulpo, las mencionadas vieiras - exquisitas al natural -, chocos, empanadas, pimientos, cocochas, "caldeiradas", "raxo", carne "ó caldeiro", peras al vino tinto, cañas y filloas.


Pero en la carta merece mención especial las innovaciones llevadas a cabo por el nuevo responsable de "Casa Solla", un joven que ha sabido asimilar la sabiduría culinaria paterna y que no para de innovar la gastronomía de su espléndido restaurante. Siempre en constante renovación, ahora se pueden ver en la carta de "Casa Solla" platos del calibre de unas setas a la crema, unos lomos de merluza en salsa verde y, cómo olvidarse, unas deliciosas ostras escabechadas o la dulcísima y sabrosa tarta de almendra con crema de Oporto, por poner sólo unos ejemplos.


Buena bodega, como queda anunciado, de vinos de la Tierra, especialmente Albariños, el godello de La Rúa - El Barco - y los tintos Amandi y Manciño. Naturalmente, también los rioja, Valladolid o Penedés, indispensables en un buen establecimiento del ramo. Licor café y aguardiente criado en roble colaboran a la placidez de la sobremesa en "Casa Solla", un emporio gastronómico de calidad, buen servicio y sugestivo enclave. En resumen, un lujo al su alcance o, por lo menos, un lujo que debería permitirse al menos una vez en su vida.

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