jueves, 16 de enero de 2014

Tascas de Vigo

O Estanco, una tasca casi centenaria

San Xoan, 24 - 36206 Vigo (PONTEVEDRA)

Durante la guerra civil, siendo tienda, una partida de "fuxidos" dió allí un golpe de mano
 Hace casi cien años que está en esa calle San Xoan do Monte a la que bajas desde Aqualia, en la calle Cantabria (O Casal), y que desemboca en Aragón con un fuerte repecho. Una bajada empinada y tortuosa que en tiempos sería camino principal y que ahora está acosada por viviendas que aprovechan hasta el último metro disponible dejando al camino angosto y serpenteante. El Ayuntamiento no planifica futuros para estas vías secundarias que pasan de corredoiras a ser pasto de los coches.
Dalmiro Espiñeiro, su propietario, tiene tres hijas con carrera que no van a seguir el negocio familiar, así que planea cerrarlo en dos años. Pero ¿cuánto tiempo ha pasado allí si hace cuentas? Toda su vida desde que llegó de Castelans, esa parroquia de Covelo en la que seguro jugó sobre las ruínas del viejo monasterio de monjas benitas, el de Santo Estevo de Castelans, o buscando nidos por los alrededores. Debió llegar muy joven para hacer de aprendiz en esta tienda-bar de San Juan del Monte que entonces pertenecía a la familia Ogando, concretamente hace 52 años, aunque no fue hasta hace 45 cuando cogió el arrendamiento e hizo venir a Vigo a su madre Rudosinda para echarle una mano. En ello lleva décadas también su mujer, María, orensana de cuna.
Miro trae los vinos de Cabeiras, en Arbo, la zona donde está ese sorprendente Mesón da Lamprea. Debe ser eso lo que le da parroquianos fieles porque comidas, lo que son comidas, no salen de su cocina, a no ser que María esté ese día de buenas y haga una tortilla. Eso sí, hay fiambres y buenas conservas para acompañar el trago de vino ante ese almanaque que recoge una foto del Puente de Rande. Y la posibilidad de que presten cocina a grupos que quieran celebrar algo y preparen su propio alimento.
Cuando Miro llegó a San Xoan do Monte O Estanco era eso, estanco, bar, tienda y lo que hizo fue cerrar lo primero y potenciar la tienda. La gente entonces se movía a pie y los trabajadores que a diario bajaban a La Metalúrgica, a la fábrica de cera, a los astilleros de Teis, a las obras de la Travesía o al Berbés hacían allí parada a coger un bocadillo o tomar muy de mañana un "grolo de augardente". Hace unos 20 años hizo la útima reforma y se inclinó por centrarse en la tasca abandonando la tienda. Los tiempos mandan.
Cuando Miro era un rapaz y aún regían los Ogando recuerda que Castroviejo hacía allí muchas comilonas con amigos y después, ya mandando él en el negocio, fue mucha gente conocida la que pasó por allí, y de introductor para no pocos hizo Mingos Fernández, de Caixanova. Allí hacía parada Manolo Garrido (cuya muerte fue tan sentida) con sus amigos, acompañado muchas veces del ex conselleiro Vázquez Portomeñe, pero también el ex alcalde Manuel Pérez, artistas como Antón Pulido... que se sentaban en la finca posterior o en las mesas marmóreas del interior. Allí charlaban, ante esas botellas de Decano y Fundador que quedan en las estanterías como recuerdo de tiempos más gloriosos en que iba gente de otras parroquias de Vigo a hacer la ronda, aunque eso decayó desde que inventaron las tasas de alcoholemia y el aparcamiento se hizo más difícil.
En la memoria histórica del Estanco está un episodio que se narra en un libro recientemente aparecido sobre la viguesa Placeres Castellanos. Durante la guerra civil, una partida de "fuxidos" caminaron desde Ponteareas vestidos con camisas de falangistas para no despertar sospechas: la misión, dar un golpe aquí, entonces tienda de la viuda de Ogando. Así fue y se llevaron por delante no sólo provisiones sino a una mula y a un falangista que se le ocurrió entrar a buscar tabaco y saludar a los suyos en medio del fregado. No eran los suyos, claro.

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