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Rogelio Abalde, 9 Bajo - 36201 Vigo (PONTEVEDRA)
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Como en su propia casa
La familia Campos Ferreira continúa al frente del local famoso por sus tortillas

Tortilla, jamón asado, chorizo y queso con membrillo. Esa es la básica y
a la vez mágica receta del éxito del bar San Amaro, un local de los
verdaderamente míticos de Vigo que continúa exactamente igual que como
era a mediados de los años 60 cuando José Campos y su mujer, Carmen
Ferreira, cogieron el traspaso en 1976. «Nosotros seguimos haciendo lo
mismo, no inventamos nada», reconoce el hostelero. José y Carmen,
naturales de la villa termal de Laias, en Ourense, emigraron de allí con
destino a Suiza, donde estuvieron en una localidad cercana a Lausanne
durante 17 años. Ambos recuerdan con mucha nostalgia aquella época de su
vida, pero la morriña y la oportunidad (la hermana de él iba a tener
otro hijo y ya le resultaba complicado hacerse cargo del local), los
devolvió de nuevo a la tierra, algo de lo que a veces se arrepienten,
porque les gustaba el estilo de vida suizo. Así que cogieron los
bártulos y llegaron a Vigo sin saber nada del gremio. «Yo trabajaba en
el sector de la mecánica y mi mujer era pulidora de diamantes. Ahora
pule las sartenes», bromea.
Pulidora de diamantes
Carmen se acerca y cuenta que fue su cuñada la que
la puso al día con los fogones. «Yo no tenía ni idea, pero tampoco la
tenía de pulir diamantes y lo hice durante muchos años, y eso que cuando
llegué no entendía nada», reconoce. «Regresamos a Galicia con la idea
de estar un par de años ¡y han pasado 35!», se asombra. Ahora Carmen es
la reina de su cocina y la maestra de las tortillas. Le cuesta dejar su
trono, en el que se siente tan feliz como en su propia casa, y renquea
para dejar que sean sus hijas las que manejen los fogones. «Y eso que mi
hermana es muy buena cocinera», asegura la mayor, que confiesa que el
secreto de la famosa tortilla de su madre, «que a nosotras también nos
sale muy bien -acota-, está en la calidad de los ingredientes y en la
frescura, ya que se hace al momento, como todo lo que se come aquí»,
añade. María del Carmen y Ana Isabel nacieron en Suiza y tenían 10 y 5
años, respectivamente, cuando retornaron. Desde entonces crecieron en el
San Amaro y actualmente es la primogénita la que está más en el día a
día del negocio donde todos ellos comen habitualmente. El San Amaro
siempre ha sido una empresa familiar y lo sigue siendo. Tanto, que
además del menú clásico que todo el mundo conoce, lo que ofrecen
diariamente es lo mismo que lo que Carmen ha pensado para dar de comer a
los suyos. «Este es mi segundo hogar», afirma. «Voy al mercado y según
lo que vea, compro, judías, lentejas, merluza....», recuenta mientras
vigila la paella y sus hijas comentan que la carta básica funciona tan
bien que introducir novedades «cuesta un montón».
La ubicación del bar San Amaro, en el corazón de
una de las áreas de movida nocturna, lo ha convertido a lo largo de sus
años de historia en un referente alimenticio frecuentado por
propietarios y trabajadores de pubs, músicos, espectadores de conciertos
y periodistas. En sus mesas se han sentado numerosos actores, artistas,
escritores y músicos de bandas que actúan en los locales cercanos.
Pero José, que se jubiló hace cinco años, se
lamenta de que la zona haya perdido la actividad que tuvo en el pasado,
cuando estaban rodeados por comercios, empresas e instituciones (Gran
Iberia, Telefónica, los juzgados, Prenatal...) que daban vida a su
calle, en la copera zona de Churruca, ahora casi muerta durante el día.
«La hostelería, a partir del 85, dejó de ser rentable, no hay clientes y
ahora con la crisis no hay quien levante cabeza, como tengas empleados,
es la ruina», opina, en referencia a la situación general y muy
enfadado con los políticos y sobre todo, con la SGAE: «¿Qué es eso de
tener que pagar cada año 240 euros por tener una televisión?, ¡eso es
una estafa!», considera.