miércoles, 29 de enero de 2014

Tomar chocolate con churros en Vigo


Fotografia de Bonilla
  • CAFETERIA BONILLA VIGO 

     HORARIO

    De lunes a domingo de 7:30 a 13:00 y de 17:00 a 22:30.
  • DISPONIBLE

    Wifi - Acceso minusvalidos
  • CONTACTO

    Marqués de Valladares, 7 - 36201 Vigo (PONTEVEDRA)
    Principal » 986 222 089

martes, 28 de enero de 2014

Tapear en Vigo Bar San Amaro


  • Rogelio Abalde, 9 Bajo - 36201 Vigo (PONTEVEDRA)
    Principal » 986 226 417

Como en su propia casa

La familia Campos Ferreira continúa al frente del local famoso por sus tortillas



Como en su propia casaTortilla, jamón asado, chorizo y queso con membrillo. Esa es la básica y a la vez mágica receta del éxito del bar San Amaro, un local de los verdaderamente míticos de Vigo que continúa exactamente igual que como era a mediados de los años 60 cuando José Campos y su mujer, Carmen Ferreira, cogieron el traspaso en 1976. «Nosotros seguimos haciendo lo mismo, no inventamos nada», reconoce el hostelero. José y Carmen, naturales de la villa termal de Laias, en Ourense, emigraron de allí con destino a Suiza, donde estuvieron en una localidad cercana a Lausanne durante 17 años. Ambos recuerdan con mucha nostalgia aquella época de su vida, pero la morriña y la oportunidad (la hermana de él iba a tener otro hijo y ya le resultaba complicado hacerse cargo del local), los devolvió de nuevo a la tierra, algo de lo que a veces se arrepienten, porque les gustaba el estilo de vida suizo. Así que cogieron los bártulos y llegaron a Vigo sin saber nada del gremio. «Yo trabajaba en el sector de la mecánica y mi mujer era pulidora de diamantes. Ahora pule las sartenes», bromea.
Pulidora de diamantes
Carmen se acerca y cuenta que fue su cuñada la que la puso al día con los fogones. «Yo no tenía ni idea, pero tampoco la tenía de pulir diamantes y lo hice durante muchos años, y eso que cuando llegué no entendía nada», reconoce. «Regresamos a Galicia con la idea de estar un par de años ¡y han pasado 35!», se asombra. Ahora Carmen es la reina de su cocina y la maestra de las tortillas. Le cuesta dejar su trono, en el que se siente tan feliz como en su propia casa, y renquea para dejar que sean sus hijas las que manejen los fogones. «Y eso que mi hermana es muy buena cocinera», asegura la mayor, que confiesa que el secreto de la famosa tortilla de su madre, «que a nosotras también nos sale muy bien -acota-, está en la calidad de los ingredientes y en la frescura, ya que se hace al momento, como todo lo que se come aquí», añade. María del Carmen y Ana Isabel nacieron en Suiza y tenían 10 y 5 años, respectivamente, cuando retornaron. Desde entonces crecieron en el San Amaro y actualmente es la primogénita la que está más en el día a día del negocio donde todos ellos comen habitualmente. El San Amaro siempre ha sido una empresa familiar y lo sigue siendo. Tanto, que además del menú clásico que todo el mundo conoce, lo que ofrecen diariamente es lo mismo que lo que Carmen ha pensado para dar de comer a los suyos. «Este es mi segundo hogar», afirma. «Voy al mercado y según lo que vea, compro, judías, lentejas, merluza....», recuenta mientras vigila la paella y sus hijas comentan que la carta básica funciona tan bien que introducir novedades «cuesta un montón».
La ubicación del bar San Amaro, en el corazón de una de las áreas de movida nocturna, lo ha convertido a lo largo de sus años de historia en un referente alimenticio frecuentado por propietarios y trabajadores de pubs, músicos, espectadores de conciertos y periodistas. En sus mesas se han sentado numerosos actores, artistas, escritores y músicos de bandas que actúan en los locales cercanos.
Pero José, que se jubiló hace cinco años, se lamenta de que la zona haya perdido la actividad que tuvo en el pasado, cuando estaban rodeados por comercios, empresas e instituciones (Gran Iberia, Telefónica, los juzgados, Prenatal...) que daban vida a su calle, en la copera zona de Churruca, ahora casi muerta durante el día. «La hostelería, a partir del 85, dejó de ser rentable, no hay clientes y ahora con la crisis no hay quien levante cabeza, como tengas empleados, es la ruina», opina, en referencia a la situación general y muy enfadado con los políticos y sobre todo, con la SGAE: «¿Qué es eso de tener que pagar cada año 240 euros por tener una televisión?, ¡eso es una estafa!», considera.
BAR SAN AMARO VIGO

jueves, 16 de enero de 2014

Tascas de Vigo

O Estanco, una tasca casi centenaria

San Xoan, 24 - 36206 Vigo (PONTEVEDRA)

Durante la guerra civil, siendo tienda, una partida de "fuxidos" dió allí un golpe de mano
 Hace casi cien años que está en esa calle San Xoan do Monte a la que bajas desde Aqualia, en la calle Cantabria (O Casal), y que desemboca en Aragón con un fuerte repecho. Una bajada empinada y tortuosa que en tiempos sería camino principal y que ahora está acosada por viviendas que aprovechan hasta el último metro disponible dejando al camino angosto y serpenteante. El Ayuntamiento no planifica futuros para estas vías secundarias que pasan de corredoiras a ser pasto de los coches.
Dalmiro Espiñeiro, su propietario, tiene tres hijas con carrera que no van a seguir el negocio familiar, así que planea cerrarlo en dos años. Pero ¿cuánto tiempo ha pasado allí si hace cuentas? Toda su vida desde que llegó de Castelans, esa parroquia de Covelo en la que seguro jugó sobre las ruínas del viejo monasterio de monjas benitas, el de Santo Estevo de Castelans, o buscando nidos por los alrededores. Debió llegar muy joven para hacer de aprendiz en esta tienda-bar de San Juan del Monte que entonces pertenecía a la familia Ogando, concretamente hace 52 años, aunque no fue hasta hace 45 cuando cogió el arrendamiento e hizo venir a Vigo a su madre Rudosinda para echarle una mano. En ello lleva décadas también su mujer, María, orensana de cuna.
Miro trae los vinos de Cabeiras, en Arbo, la zona donde está ese sorprendente Mesón da Lamprea. Debe ser eso lo que le da parroquianos fieles porque comidas, lo que son comidas, no salen de su cocina, a no ser que María esté ese día de buenas y haga una tortilla. Eso sí, hay fiambres y buenas conservas para acompañar el trago de vino ante ese almanaque que recoge una foto del Puente de Rande. Y la posibilidad de que presten cocina a grupos que quieran celebrar algo y preparen su propio alimento.
Cuando Miro llegó a San Xoan do Monte O Estanco era eso, estanco, bar, tienda y lo que hizo fue cerrar lo primero y potenciar la tienda. La gente entonces se movía a pie y los trabajadores que a diario bajaban a La Metalúrgica, a la fábrica de cera, a los astilleros de Teis, a las obras de la Travesía o al Berbés hacían allí parada a coger un bocadillo o tomar muy de mañana un "grolo de augardente". Hace unos 20 años hizo la útima reforma y se inclinó por centrarse en la tasca abandonando la tienda. Los tiempos mandan.
Cuando Miro era un rapaz y aún regían los Ogando recuerda que Castroviejo hacía allí muchas comilonas con amigos y después, ya mandando él en el negocio, fue mucha gente conocida la que pasó por allí, y de introductor para no pocos hizo Mingos Fernández, de Caixanova. Allí hacía parada Manolo Garrido (cuya muerte fue tan sentida) con sus amigos, acompañado muchas veces del ex conselleiro Vázquez Portomeñe, pero también el ex alcalde Manuel Pérez, artistas como Antón Pulido... que se sentaban en la finca posterior o en las mesas marmóreas del interior. Allí charlaban, ante esas botellas de Decano y Fundador que quedan en las estanterías como recuerdo de tiempos más gloriosos en que iba gente de otras parroquias de Vigo a hacer la ronda, aunque eso decayó desde que inventaron las tasas de alcoholemia y el aparcamiento se hizo más difícil.
En la memoria histórica del Estanco está un episodio que se narra en un libro recientemente aparecido sobre la viguesa Placeres Castellanos. Durante la guerra civil, una partida de "fuxidos" caminaron desde Ponteareas vestidos con camisas de falangistas para no despertar sospechas: la misión, dar un golpe aquí, entonces tienda de la viuda de Ogando. Así fue y se llevaron por delante no sólo provisiones sino a una mula y a un falangista que se le ocurrió entrar a buscar tabaco y saludar a los suyos en medio del fregado. No eran los suyos, claro.