Menú anticrisis en Moaña: dos platos de comida por un euro
Además, tres noches a la semana los clientes de un local de A Fraga pagan lo que quieren por los pinchos y las cañas
El gallo canta a la una de la tarde en medio del
bosque. A esa hora abre sus puertas un antiguo establo de más de 140
años de historia que se halla en A Fraga, un soto situado junto al río
del mismo nombre. Por el lugar donde pasaban antes los bueyes cargados
de hierba entran ahora los comensales.
Lino Fernández reconvirtió el alpendre en un
restaurante. La casa perteneció a su tatarabuelo. El local funciona como
cualquier otro pero su propietario, consciente de la crisis, un día a
la semana ofrece menú de dos platos por un euro: un potaje o ensalada y
un par de huevos con chorizo.
Ahora ha lanzando una iniciativa para dar más
facilidades a los que no tienen mucha calderilla en el bolsillo. Los
martes, miércoles y jueves por la noche ofrece cañas, quintos de cerveza
y vinos de la casa y una selección de pinchos «por la voluntad».
«Ponemos una bolsa y la gente echa lo que le parece», cuenta.
«En la taberna A de Lino estamos convencidos de
que a pesar de la que está cayendo todo el mundo tiene derecho a tomarse
una caña», dice el dueño. Afirma que «la gente se porta bien y no
perdemos dinero». Además, el servicio de carta del restaurante compensa
lo que deja de ganarse con las iniciativas de bajo coste.
Fernández fue portero del Pontevedra Club de
Fútbol y del Logroñés. En el club riojano desarrolló su última temporada
en el año 1995. Al colgar los guantes habló con su abuelo y rehabilitó
la vieja cuadra y el lagar de la finca y los transformó en un
establecimiento en el que prima la piedra autóctona y la madera ya que
pretende intregrarse en el paisaje. Hasta el viejo hórreo se ha
reconvertido en una casita para que jueguen los más pequeños.
Lino Fernández dice: «No me puedo quejar. Yo
estoy enfocado a una clientela más económica». Pero no se limita a
servir comidas sino que es un auténtico amante de la zona de A Fraga.
«Los domingos organizamos una ruta de senderismo guiada de un par de
horas».
Las cifras indican el éxito de su iniciativa
puesto que el año pasado se consumieron en su local 5.000 kilos de
churrasco. «Apuramos los céntimos con los proveedores para que salga
barata la ración», explica.