Restaurante Adega do João em Valença
EN 2014930 Paços, Valença
Restaurante com comida regional típica, sobretudo na brasa.
Enquanto passeávamos pelas ruas da mais antiga vila de Portugal, para mostrar de onde era libertada a tão afamada "vaca das cordas" fomos dar como que por acaso com a Tasca Do Gasparinho, que apesar de já não manter a sua original gerência, ainda mantêm um índice qualitativo elevado.
Entramos a medo, e decidimos beber um copo de verde branco e comer um bolinho de bacalhau, sempre me disserem que beber sem comer faz mal. Como que por azar não tinham sido fritos bolinhos de bacalhau nesse dia, então mantivemos o verde branco e pedimos um pratinho de rojões.
Fomos presenteados com uns rojões simplesmente deliciosos, tenrissimos, extremamente bem temperados, mas sem estarem agressivos, o verde branco servido em "flute" estava fresquíssimo e cumpria com os requisitos exigidos para a altura.
Éramos 4pessoas, foram pedidos também uma garrafa de água e uma coca cola, bebeu-se uma garrafa de vinho mais dois copos e por fim pagamos 6€!!
Mac donald´s para quê???
Leo Caldas empujó la puerta.Desde que varias décadas atrás Eligio se hiciera cargo del establecimiento, sus paredes rústicas venían siendo refugio de lo más excelso de la ciudad. La redacción del diario Pueblo Gallego, a pocos metros, había atestado la taberna de periodistas atraídos por el buen vino de la casa. Poco a poco, se habían acercado a la estufa de hierro del local juristas, intelectuales, políticos, poetas y pintores.Desde su rincón, Lugrís había dibujado medusas, caballitos de mar y barcos sumergidos en el mármol de la mesa.”“(…) Junto a los barriles de roble apilados en el suelo irregular, habían conversado Álvaro Cunqueiro, Castroviejo, Blanco Amor y otros hombres insignes.”“Con Eligio en el cielo, la taberna había pasado dignamente a mano de Carlos sin perder el espíritu antiguo de su suegro ni el ambiente ilustrado que con él había adquirido.”“Cuando el inspector Leo Caldas salió de Eligio pasaban de las nueve y media de la tarde. El sol ya se había puesto, pero el día todavía conservaba luz.Eligio no sólo era una especie protegida por el aroma a piedra, madera y sabiduría. Su secreto mejor guardado no estaba a la vista , sino en la pequeña cocina apartada de los ojos del visitante, en la que preparaba el pulpo más tierno de la ciudad. Leo caldas había cenado en la barra, charlando con Carlos, mientras los catedráticos debatían en la mesa contigua.”“(…) Caldas atravesó la calle Príncipe, cruzó la Puerta del Sol y pasó bajo un arco que en otro tiempo había sido una de las puertas de la ciudad vieja.
Descendió por el empedrado dejando a la derecha la biblioteca universitaria y la casa episcopal. Tomó la calleja que llevaba a la concatedral, en dirección opuesta al templo, y bajó por la calle Gamboa. En el número 5 estaba el Grial.